Son muchos los cambios que ha sufrido el cibercrimen en los \u00faltimos a\u00f1os. Los tradicionales ataques basados en malware han dejado paso a avanzadas t\u00e9cnicas<\/strong> que no requieren de ning\u00fan fichero, a la posibilidad de que cualquiera por un precio irrisorio pueda incluso contratar ataques dirigidos bajo demanda o del empleo de ataques de d\u00eda cero indetectables para la mayor\u00eda de las tecnolog\u00edas del mercado.<\/p>\n Estos cambios son ya una realidad fehaciente y nos afectan d\u00eda tras d\u00eda. A nosotros y a nuestras organizaciones. Se ha llegado en este aspecto a una curiosa persecuci\u00f3n entre los buenos y los malos<\/strong> en la que por muy r\u00e1pido que avance la tecnolog\u00eda los cibercriminales son m\u00e1s \u00e1giles y r\u00e1pidos para esquivar cualquier mecanismo que se les ponga por delante.<\/p>\n De entre todos los avances que se han producido en los \u00faltimos tiempos hay uno que est\u00e1 cambiando el paradigma de protecci\u00f3n en el puesto de trabajo pasando de un concepto de protecci\u00f3n a uno de respuesta<\/strong>. Estamos hablando de las soluciones EDR (Endpoint Detection and Response).<\/p>\n Las soluciones EPP (Endpoint Protection), los tradicionales antivirus basados en firmas a los que estamos acostumbrados, hace tiempo que dejaron de ser suficientes<\/strong>. Han sido durante muchos a\u00f1os un mecanismo de seguridad considerado m\u00ednimo para cualquier organizaci\u00f3n pero a medida que las t\u00e9cnicas del cibercrimen han evolucionado las soluciones de protecci\u00f3n lo han tenido que ir haciendo junto a ellas.<\/p>\n