Hace un par de semanas estrenaba la sección Proyectos con historia con la narración en primera persona de las vivencias correspondientes a las fases iniciales del proyecto de la Red Inalámbrica Multiservicio de Orihuela. Por aquel entonces la dejábamos replanteada, instalada y a punto para que los "cuerpos de élite" pusieran la guinda.


Muchos retos por delante. Tecnologías de muy diversa naturaleza. Productos altamente novedosos. Incertidumbres que sólo podían resolverse mediante la más antigua de las ingenierías (prueba y error). Y ante todo eso mi fiel compañero y yo, cual Quijote y Sancho frente a sus famosos molinos.

Mirábamos asombrados hacia el zénit de nuestras inmensas torres y no nos creíamos capaces de dominar todo lo que allí había. Atravesabas las calles de Orihuela sembradas de esos extraños con antenas y pensabas en la de horas que te quedaban por pasar allí
 
Planes de frecuencias, polarizaciones, interferencias, sincronismo, enrutamiento, redundancia, calidad de servicio, VLANs, SSIDs, seguridad,...conceptos que retumbaban en mi cabeza y que necesitaban ser resueltos. Tenía el sentimiento de que era el momento de conseguir que lo que uno había escrito en los papeles y en interminables hojas de Excel se convirtiera en realidad. Puede sonar poético, pero el proyecto bien lo significaba...

 

Decidimos comenzar por la red WiFi. Sabíamos que no sería tarea sencilla hacerse con una red tan extensa. Y no lo resultó. Problemas de suministro eléctrico, equipos averiados, configuraciones que bloqueaban el acceso al equipo, enlaces mesh basados en milagros de la naturaleza,...circunstancias que un buen puñado de horas, una furgoneta en la que acomodarse y la compañía de mi fiel escudero resolvieron sin problema. La red WiFi funcionaba. 96 puntos de acceso dispuestos para ser explotados y puestos en servicio. Pero ahora había que construir las inmensas autovías aéreas que el proyecto preveía...
 
Imaginaros lo que tuvo que ser construir el entramado de carreteras que rodean la famosa M-30. Pues si cambiamos el cemento por las ondas algunas zonas del proyecto eran lo mas parecido a la emblemática arteria madrileña. Espectros ultra saturados que no dejaban margen de error. La elección de la banda de trabajo (5,4 / 5,8 GHz) marcaría la diferencia entre el éxito y el fracaso. Tras mucha revisión y pruebas de rendimiento pudimos concluir que la elección había sido un ¡¡ÉXITO ROTUNDO!! La solución de banda libre estaba implantada y funcionando. Pero aún quedaba lo mas difícil, los molinos seguían ahí sin que nadie se atreviera ni siquiera a acercarse a ellos. 
 
Nos cargamos de ánimo e ímpetu, nos acompañamos de las cuatro manos instaladoras mas profesionales que haya podido conocer y allá nos fuimos, a la conquista de los molinos. Allí había vanos de toda naturaleza. Cortos, largos, sencillos, complicados,...y todos fueron encendiendo su LED verde al ritmo previsto. Pero aún quedaba uno, el que unía los dos molinos. 20 kms los separaban, y no fue tarea sencilla. Alguna noche de triste vuelta a casa fue necesaria. Noches en las que Sancho consolaba al Quijote y el Quijote a Sancho. Noches en las que el "Someone like you" de Adele resonaba en el silencio de la furgoneta. 

 

 

Hasta que una inolvidable tarde de jueves, esa dichosa parpadeante luz ámbar se convirtió en un reluciente LED verde. En la que esos míseros -90 dBm de potencia recibida que tantos días llevaban allí impertérritos en la pantalla de Status se convertían en los míticos -46 dBm que hicieron resonar los gritos del Hidalgo y su fiel escudero en toda la comarca. Mi twitter siempre me permitirá mantener en el recuerdo ese mágico momento:

 
 
Ese tweet ponía fin a la epopeya en la que habíamos convertido el proyecto. Una experiencia que no creo que pueda olvidar nunca. Un proyecto que ha dejado bien a las claras que la mejor manera de alcanzar los objetivos marcados es conseguir que todos los implicados en él (cliente, dirección facultativa e integrador) vayan en la misma dirección. Ha sido un autentico placer compartir este proyecto con enormes profesionales y aún mejores personas. 
 
Y no podía acabar este proyecto sin dar las gracias a mi fiel escudero Pablo Maestre que convirtió un enorme reto en una experiencia vital impresionante. Entendió las dificultades y los errores que uno pudiera cometer intentando sacar siempre lo mejor de ellos, y sin el saberlo me hizo aprender muchísimo. ¡Espero que podamos repetir pronto!