whatsappHace poco más de una semana una noticia estremeció el mundo de las telecomunicaciones a nivel de usuario. Un pequeño movimiento estratégico de una de esas exitosas startups a las que tanto admiro provocó una oleada de quejas y movimientos sin parangón. Y es que hace poca más de una semana, WhatsApp Messenger, la app para Smartphone por excelencia anunció que pasaría a ser de pago en plataformas Android. Muchos se estremecieron y vieron peligrar la que a día de hoy puede considerarse la principal vía de comunicación en usuarios desde los 10 hasta los 50 años.

Todo este ruido alrededor de la noticia invitaba a estudiar la situación e investigar acerca de los movimientos que WhatsApp había decidido realizar. Y la primera gran sorpresa llegó cuando comprobé el precio que la compañía había decidido poner a la suscripción anual de su servicio. 0,89 € al año por un servicio que ha cambiado la sociedad de la comunicación. ¿Cómo es posible que una app con dicho importe haya podido generar tanto revuelo? No voy a caer en la tentación de comparar el coste de la app con el de cosas de nuestra rutina como un café (1,20 €), la caña de después del trabajo (1,50 €) o las palomitas del cine (2,50 €), porque no quiero hacer demagogia al respecto. Pero lo que sí me gustaría es analizar con vosotros la predisposición que los usuarios tenemos a pagar por ciertos servicios.

Antes de nada vamos a poner sobre la mesa la situación actual de WhatsApp en las diferentes plataformas. Por un lado está la versión para los terminales de Apple en los que se paga un importe por la descarga de la aplicación sin que la misma requiera (hasta el momento) ningún tipo de cuota de uso anual. Por otro lado los usuarios de Android, Blackberry o Windows Phone pueden descargar la aplicación sin coste alguno pero necesitan de una suscripción anual para poder disfrutar de los servicios de mensajería del teléfono verde.

La situación que estamos viviendo con WhatsApp me recuerda mucho a lo acontecido con Spotify hace más de un año. Se trata de dos servicios que en menor o mayor medida (mucho más Whatsapp) han pasado a formar parte de nuestro día a día generando lo que muchos no dudan en calificar como necesidad. Dos servicios que comenzaron como un servicio gratuito para generar esa dependencia o penetración en los usuarios para posteriormente pasar al formato de suscripción con el que obviamente pretenden obtener un mayor rédito económico.

Pero en el caso concreto de WhatsApp no creo que el coste de adquirir la suscripción sea un motivo para no hacer uso de la aplicación. Por lo tanto, ¿qúe puede haber motivado tal aluvión de quejas y críticas a la hasta ahora imprescindible aplicación del globo verde?

En primer lugar a muchos usuarios no suele gustarle esas estrategias tan habituales en este tipo de servicios de la generación de la necesidad. Yo lo llamo la táctica de la tragaperras. Se trata de una estrategia en la que el fabricante de máquinas tragaperras ofrece partidas ilimitadas de forma gratuita pero en la que de un día para otro te obliga a pasar por caja para poder seguir disfrutando de tu máquina favorita. En ese momento pueden pasar dos cosas, si hacías uso de la máquina de forma habitual pagarás lo que se pida para seguir disfrutándola, si la usabas más bien poco posiblemente mires hacia otro lado y te olvides de las lucecitas de colores. Esta estrategia, muy similar a la seguida por otros servicios de suscripción como Spotify tiene muchos detractores a los que hoy espero ofrecer un punto de vista diferente.

Y es que en muchas ocasiones la estrategia de la tragaperras es una campaña premeditada con el objetivo de generar la necesidad en el usuario, pero pensémoslo desde otro punto de vista. ¿No será que lo que nos ofrecen es tan bueno que nos genera la necesidad? ¿es sólo el hecho de que sea gratuita lo que genera la necesidad? Sinceramente no lo creo. Buscad entre los centenares de aplicaciones gratuitas de vuestro Smartphone y comprobad si alguna de las que podéis encontrar sería capaz de generar lo que Whatsapp ha conseguido en millones de usuarios.

Al margen de lo relativo a la estrategia comercial de la compañía no debemos olvidar que detrás de todo este tipo de aplicaciones existen toneladas de hardware que deben dar soporte a una cada vez más importante cantidad de usuarios. Y dichos aparatejos requieren carísimas ampliaciones y mantenimientos con lo que puede que llegue el momento de necesitar una aportación de capital para soportar todo ese crecimiento, ¿no creéis?

Por último existe un mal endémico en el usuario español y es el hecho de tener que pagar a través de Internet. Parece mentira, pero es un problema existente nos guste o no. Lo cierto es que se ha dado un importante paso adelante a la hora de pagar desde nuestro ordenador viajes, compras u otro tipo de cosas, pero aún nos cuesta darle a Apple o Google nuestros datos de tarjeta bancaria para poder adquirir compras a través de nuestros terminales móviles. Parece que un PC o portátil aporta al usuario un nivel mayor de seguridad…¡qué cosas! Es obvio que existen alternativas como Paypal o servicios similares, pero de momento eso queda lejos de muchos de los usuarios de este servicio.

Con todo, mi conclusión ante este movimiento en contra del WhatsApp de pago es que debemos empezar a valorar las cosas en su justa medida y no olvidar que detrás de esa sencilla aplicación de mensajería existen no pocos recursos (humanos e informáticos) que tienen que ser mantenidos. Por otro lado estoy seguro que muchos de vosotros os habréis quejado amargamente de los recortes asociados al I+D en nuestro país a lo largo de los últimos tiempos, ¿verdad? Recortes y más recortes contra la evolución y la innovación, ¡malditos políticos! Pues entonces no seamos nosotros los que dejemos de subvencionar desarrollos tan innovadores y útiles como fue y sigue siendo WhatsApp en la actualidad por unos míseros 89 céntimos anuales.