Era un secreto a voces que más tarde o más temprano algo iba a ocurrir. Eran muchas las voces que exigían un cambio y dicho cambio se produjo la semana pasada.

El hecho de haber cerrado el que posiblemente fuera el mayor portal de intercambio de archivos por tráfico y cantidad de ficheros disponibles, Megaupload, abre un debate acerca de la idoneidad de la ley SOPA (Stop Online Piracy Acts).

Para los que no lo sepan, que supongo que seréis pocos, la ley SOPA es una ley aprobada en Estados Unidos a través de la cual el gobierno estadounidense pretende controlar la publicación de material con derechos de autor en Internet. Para ello se prevé cerrar aquellos servidores que alberguen este tipo de archivos, controlar los resultados de los principales buscadores de contenidos (Google, Yahoo,...) e incluso multar la publicación de streamings que contengan algún material con derechos de autor. Mas allá de la necesidad o no de aplicar este tipo de leyes, como decía con anterioridad la nueva realidad obliga a llevar a cabo un profundo debate.

Sería muy fácil caer en la demagogia e intentaré que no sea así, ya que en parte entiendo a los dos contendientes de esta batalla.

Por un lado los autores tienen toda la razón del mundo al reclamar que un material que existe única y exclusivamente gracias a su talento no puede ser compartido sin control ninguno por la red.

Por el lado de los usuarios existe la sensación de que a día de hoy existen muy pocas alternativas para poder disfrutar de los citados contenidos ya que precisamente la piratería ha dado al traste con negocios como videoclubs o empresas de alquiler de música, con lo que el paso atrás en cuanto a la accesibilidad es enorme.

Lo que ha quedado demostrado (así lo certifica la mansión de King dotcom, propietario de Megaupload) es que los usuarios estamos dispuestos a pagar por disfrutar de dichos contenidos, con lo que las productoras deberían pensar que existe un nuevo nicho de negocio que desde luego está aún por explotar, el contenido bajo demanda (VoD).

En el sector musical ya fue Spotify la encargada de dar un paso al frente con su iniciativa y los resultados están siendo más que satisfactorios con millones de usuarios abonados a la plataforma mediante su modalidad de pago.

Algo muy similar ha ocurrido en el mundo de la televisión. No existe cadena de televisión que se precie hoy en día que no ofrezca la posibilidad de ver televisión a la carta, es decir, el usuario elige el contenido y el momento para visualizarlo. ¿eso ha provocado pérdidas en el sector? Pues más bien no, abre una nueva vía de ingresos a través de contenidos de pago y publicidad incrustada en las respectivas reproducciones.

Es por ello que proponer una solución de la misma naturaleza para la visualización de películas, series, documentales,...creo que ofrecería unos resultados magníficos. Lo que parece a todas luces ilógico es desaprovechar la oportunidad de divulgación que ofrece Internet para llegar a millones de usuarios.

No es ése el camino, sino profesionalizar y darle un ámbito legislativo adecuadoal nuevo escenario que se nos presenta para permitir que todas las partes obtengan su trozo del pastel (artistas, productoras, servidores de contenidos,...) y que el usuario final disponga por lo menos de la posibilidad de acceder a ese material.

¿Qué os parece esta ley? ¿qué alternativas contempláis como las mejores para solucionar la situación? ¿será el primer paso para la pérdida de anonimato en la red?

¡Espero vuestros comentarios!