Hace un par de años ya escribí en otro blog refiriéndome a los procesos de adjudicación que empleaba la Administración Pública en España y por desgracia los hechos me obligan a retomar un tema que vistos los hechos no evoluciona favorablemente.

No puedo comenzar esta entrada sin dejar muy claro que no se trata de una pataleta en caliente por una mala experiencia ni nada por el estilo. La cabeza ya se ha enfriado y el corazón ha vuelto al pulso que permite pensar con coherencia.

Si hace unas semanas hablaba del difícil rol que nos había tocado asumir a los ingenieros que trabajamos para la administración pública hoy no puedo más que refrendarme en esa opinión y esta vez por motivos diferentes.

Y es que no sólo nos están limitando en nuestras funciones por sus estrangulantes criterios de adjudicación. No, además ocurre que cuando haces bien tu trabajo para pelear esos míseros 10-15 puntos que dejan en tus manos esgrimen algún motivo de naturaleza cuanto menos discutible para argumentar que la oferta no cumple con los requisitos del pliego.

Obviamente el organismo pertinente, como la ley obliga, te ofrece la posibilidad de ofrecer una justificación en un plazo de dos días (siendo uno sábado) para rebatir los criterios que han considerado excluyentes a nivel técnico. Preparas una memoria concienzudamente para obtener el beneplácito del cliente y recibes un documento oficial que esgrime que pese a que la justificación es adecuada la oferta original no lo era

Entonces, ¿para qué ofreces la posibilidad de justificar la solución aportada? ¿se hace únicamente por cubrir expediente?

Lo más sangrante es el hecho de que una vez que se da esta situación las opciones que le quedan a tu empresa son realmente limitadas: denunciar el proceso o asumir que las cosas son así y no hay que hacerse mala sangre.

Muchos pensaréis que la primera de ellas sería la más lógica y no os falta la razón, todo lo contrario, ¡tenéis toda la del mundo! Pero, ¿os habéis parado a pensar lo que tiene que ser ejecutar un proyecto durante más de 5 meses teniendo enfrente a una dirección de obra que no desea que seas tú el que está allí? Puede ser realmente contraproducente para las dos partes que esto ocurra, ¿no creéis?

Por otro lado, ¿con qué ojos valorarán futuros proyectos de una empresa que ha sido capaz de denunciar un proceso? Desde luego la parte subjetiva de esa valoración será cuanto menos poco positiva.


En definitiva se trata de una realidad que uno tiene que asumir cuando elige su profesión, pero no deja de resultar sorprendente que estos procesos cuya principal finalidad es la de mejorar las infraestructuras y servicios puestos a disposición de los contribuyentes sean a veces resueltos de una forma tan "particular".

Y vosotros, ¿tenéis alguna experiencia de este tipo? ¿consideráis que actualmente los Concursos Públicos fomentan la competencia con el objetivo de obtener la mejor relación calidad/precio? ¿o se han convertido en una herramienta para la devolución de favores?