ingenieros_españaNo me resulta nada fácil escribir el artículo de hoy. Aquellos que me conocen saben que soy de naturaleza inconformista. Para unos soñador, para otros defensor de aquello que considero justo y para otros un simple charlatán. Digo todo esto porque desde que hace ya unos años cambié las salas de estudio por las salas de reuniones siempre he tenido una desagradable sensación: los ingenieros en España estamos muy mal valorados. Y no se trata de que con la crisis la situación se haya tornado así, es algo que he percibido SIEMPRE.

Vaya por delante que no se trata de una pataleta o mal sentimiento que tenga actualmente si no en una percepción global que tengo en mí desde hace más de 6 años. Y para que podamos debatir acerca de si tengo o no tengo razón os invito a que leáis las bases de mi reflexión.

Cuando empiezas con tu carrera profesional lo achacas indudablemente a la falta de experiencia. Conforme ese concepto deja de ser un escollo, intentas autoconvencerte de que existen otras carencias. Ausencia de certificaciones, poca especialización, perfil laboral equivocado,…intentas mentalizarte de que quizás en algo de eso te hayas equivocado. Pero llega un momento en el que directamente tienes que pensar que no todo es culpa tuya, no son todo carencias o deficiencias en tu expediente. Hay otras variables que uno mismo no puede controlar. La política salarial de las empresas, la situación ecónomica y social del país o la propia mentalidad de los empresarios y directores de RRHH son elementos que uno difícilmente podrá derribar. ¿Y por qué digo todo esto? Pues porque cada vez estoy más convencido de que en este país aún no se tiene una percepción real de lo que un ingeniero puede aportar a una empresa o a un país como beneficiario final de sus servicios.

¿Tenemos parte de culpa?

En mi opinión uno de los principales problemas que hemos tenido los ingenieros de telecomunicación ha sido la masificación. La que hace no tanto se trataba de una profesión de difícil acceso y escasa competencia se ha convertido ahora en una salida profesional de “prestigio” para aquellos que no saben muy bien el rumbo a tomar. Y me temo que en muchas ocasiones eso ha llevado a engaño a los empresarios. Digo esto porque ahora mismo percibo un sentimiento de tranquilidad en cuanto a la posibilidad de encontrar “centenares como tú” dispuestos a ganar lo mismo o menos que tú.

A raíz de esta última frase podemos encontrar otro de los factores fundamentales de la situación. Y es que aunque suene duro, parte de culpa la tenemos nosotros mismos. Y os explico por qué, pongámonos en situación. Dejemos estar esos primeros años de la profesión en los que como recién titulados asumimos que tenemos que ejercer nuestro periodo de formación a costa de muy poco rédito económico. Hasta aquí, aunque a regañadientes, puedo estar de acuerdo. Pasado ese periodo que podríamos fijar en 2-3 años en función de la capacidad y suerte de cada uno pasamos al siguiente escalón. Ya estamos preparados para buscar un trabajo con una remuneración digna...sólo queda encontrarlo.

Comenzamos con las entrevistas de trabajo y te percatas de que los números que se manejan en las mismas no difieren demasiado de lo que durante esa fase inicial llegaba mes a mes a tu cartilla. Y es aquí donde digo que nosotros tenemos parte de culpa. Debemos tener en cuenta que al fin y al cabo el mercado laboral se basa en la oferta y la demanda y en una de ellas nosotros tenemos mucho que decir. La cuestión es muy sencilla si a ti te ofrecen un sueldo que consideras ridículo, dile NO. Siempre he creído que existe en este tipo de cuestiones una especie de “guetto empresarial” en el que parece que el que más barato consiga a un ingeniero más puede presumir. Ese alguien consigue fijar lo que llamaremos SMAI (Salario Mínimo Aceptado por un Ingeniero). Lo peor de todo es que entramos en un círculo vicioso en el que si tú dices NO el que vaya después de ti dirá SÍ y no habrás conseguido nada. El SMAI seguirá fijado en esa misma cantidad o quién sabe si inferior…

Ésa es la parte de culpa que como mucho podremos aceptar nosotros, no más. Es obvio que en el momento en el que nos encontramos actualmente pensar en decir no a una oferta de trabajo es totalmente demagógico, pero tengo la percepción de que no es algo de ahora. Creo que los ingenieros españoles han entrado desde hace unos años en una especie de espiral de “Es lo que hay” que a mí personalmente me pone de los nervios.

Y digo esto porque ver ofertas de trabajo con perfiles senior de más de 4 años de experiencia con remuneraciones entre 15.000-18.000 € es de lo más normal hoy en día, por lo menos en la zona de Levante. Uno coge su calculadora, echa sus números, que si 14 pagas, que si el IRPF, que si las dietas,…vamos 1.000–1.100 € a final de mes en sus cartillas. ¡Qué triste! En ese momento seguro que en tu cabeza se plantean numerosas dudas acerca de si hubiera sido necesario dedicar tantas horas a integrales y transformadas de Fourier para llegar a este punto. Yo sigo estando convencido de que sí, por si eso sirve de ayuda a alguien que esté pensando en tirar la toalla.

¿Y si abrimos la mente?

Pero si en un escenario la situación se torna aún más dramática es en el momento en el que uno se quita las fronteras de la cabeza. En ese caso no es que pueda sentir que se ha equivocado de profesión, si no que quizás en lo que se ha equivocado es en su país de residencia, ¿qué equivocación es peor?

Para conocer más de cerca estas situaciones me encanta hablar con varios amigos que tengo o he tenido trabajando fuera de nuestras fronteras y es curioso pero todos llegan a la misma conclusión. Se trata del valor que en otros países se da a los ingenieros, y no me refiero a valor económico que daría por sí mismo para un artículo.

Me refiero a que se valora esa capacidad para conseguir hacer cosas que otros no son capaces ni de pensar. Esa sensación de que son las empresas las que dan las gracias por tenernos contratados y no al revés.

A raíz de este pensamiento común fuera de nuestras fronteras cito a Peter Thiel, empresario estadounidense fundador de Paypal que ayer en el DLD 2013 (Digital-Life-Design) dejó una frase para la posteridad:

[quotes style="classic" align="center" author="Peter Thiel, fundador de Paypal"]“An engineer is the closest thing to a magician that exists in the real world.” (Un ingeniero es lo más parecido a un mago que existe en el mundo real.)[/quotes]

Yo no sé vosotros, pero a mí me cuesta mucho detectar esa sensación en el sector en España.

No tiremos la toalla

Pese a todo lo dicho anteriormente no hay que verlo todo negro, siempre hay soluciones para todas las situaciones y no debemos olvidar que las malas épocas no son infinitas. Y es por ello que debemos estar preparados para cuando estar en primera línea de la parrilla para cuando la situación dé un giro.

Si recordáis cuando hemos comenzando hablando de lo que hay más allá de nuestras fronteras la situación se tornaba dramática desde el punto de vista de comparar las condiciones, pero no nos equivoquemos ese dramatismo puede convertirse en optimismo, esperanza o simplemente en esa oportunidad que muchos no consiguen encontrar en estas tierras.

De lo que sí estoy convencido es de que el talento, el esfuerzo y la capacidad más tarde o más temprano acercarán a cada uno al lugar en el que se merece estar. Lo que nadie puede asegurar es que ese lugar quede dentro de estas tierras en las que somos los ingenieros los que damos las gracias por un puesto de trabajo y no al revés.